Las compensaciones de carbono representan reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero realizadas mediante inversiones en tecnologías y prácticas limpias, que van desde la construcción de turbinas eólicas para sustituir la energía procedente de combustibles fósiles hasta la protección y plantación de bosques.
Las compensaciones de carbono son populares porque representan reducciones que son más baratas de conseguir en otro lugar que dentro de las propias operaciones de una empresa. A menudo puede resultar más barato comprar compensaciones de carbono de un proyecto forestal en África central que reducir las emisiones de una fábrica de vidrio en Europa.
Las compensaciones de carbono pueden comprarse y retirarse para neutralizar la huella de carbono de una entidad, es decir, las emisiones de gases de efecto invernadero de las que esa entidad es responsable directa e incluso indirectamente, ya sea por sus emisiones directas (de una central eléctrica o un proceso industrial, por ejemplo) o por el consumo de bienes y servicios que también emiten gases de efecto invernadero, como los vehículos de reparto o los viajes del personal.
Las compensaciones se generan modificando los procesos industriales para que emitan menos CO2, por ejemplo fabricando acero con electricidad renovable, cambiando las prácticas de uso del suelo o sustituyendo los combustibles intensivos en carbono por fuentes de energía más eficientes y bajas en carbono.
En la mayoría de los casos, estas reducciones de carbono se calculan con respecto a un escenario sin cambios, en lugar de medir una reducción directa de las emisiones. Algunas tecnologías emergentes capturan CO2 de la atmósfera y lo almacenan permanentemente, lo que se conoce como eliminación de carbono.
Por ejemplo, una fábrica que consume electricidad de una central eléctrica de carbón puede invertir en turbinas eólicas o paneles solares, reduciendo así su consumo de energía generada a partir de combustibles fósiles. Las menores emisiones de carbono de esta inversión, o proyecto, pueden verificarse y entregarse al inversor en forma de compensaciones de carbono.
Del mismo modo, la plantación de nuevos bosques o la protección de los existentes frente a la deforestación permite eliminar el carbono atmosférico y almacenarlo en los árboles. Una medición precisa de la cubierta forestal permite calcular y verificar el ahorro de carbono y emitirlo en forma de compensaciones de carbono.
Las compensaciones son sólo una parte de la respuesta necesaria al cambio climático. La mayoría de los expertos coinciden en que el mundo necesita reducir sus emisiones tanto como sea posible, y después eliminar de la atmósfera tanto CO2 como pueda almacenarse, antes de compensar cualquier emisión restante difícil de disminuir para alcanzar el “cero neto”.
Por “cero neto” se entiende reducir y eliminar las emisiones hasta los niveles necesarios para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Todas y cada una de las emisiones inevitables restantes deberán compensarse con eliminaciones equivalentes.
“Cero neto” se confunde a menudo con “neutralidad del carbono”, que implica simplemente compensar las emisiones existentes, sin reducir necesariamente las emisiones directas y/o indirectas.
Aunque la compensación de carbono en sí no es, por tanto, toda la respuesta, está ayudando a miles de empresas a comprender su huella de carbono y a estudiar formas de reducir su impacto sobre el clima. Es el primer paso, y el más importante, en el camino hacia el cero neto, el objetivo para mediados de este siglo establecido en el Acuerdo de París de 2015.